Romper la Rutina con Monoto-Día
La función comenzó pasadas las 8:30, ya el público estaba en sus lugares y varios gritos hacían notar la presencia de la audiencia infantil: ansiosa por que las luces se apagaran y comenzara el show. Con las luces bajas, entraron en escena los nueve artistas. Ocuparon su lugar en lo que hacían alusión a una oficina, cada quién con las tareas que debían terminar antes del final del día. Cuando éste llegó, todos salieron rápidamente, dejando solo a quien realizaría el primer acto de parada de manos en cubos. Tomaba cada caja y la apilaba una sobre otra, formando torres altas y bajas a las que subía para demostrar su talento sobre sus dos muñecas.
Entre abrazos y resistencias, hicieron nudos con sus cuerpos, desatándolos en el aire y sosteniéndose entre sí. Terminaron separándose, con la luz bajando poco a poco hasta quedar a oscuras.
Antes de seguir con las acrobacias, Mireya Guzmán -artista clown invitada- bromeaba con el público. Ella era el personaje principal, que pasaba de su silenciosa y aburrida jornada laboral al asombroso mundo de las acrobacias de un momento a otro. Entre sus apariciones, amenazó al público con colgarse de una soga y saltar a un precipicio: cansada de la monotonía de sus días grises. Después de ser convencida de no hacerlo, dio pie al elenco de la compañía tapatía para que ellos hicieran algo mucho más creativo con las cuerdas.
Entre los siete que estaban en escena se turnaron para pasar a través de una, dos, y por último, tres cuerdas con saltos, giros en el aire y carretillas en parejas.
El penúltimo montaje fue un emotivo número de aro aéreo. Con los reflectores derramando la suave luz sobre su cuerpo, el arealista recorrió el aire doblando su cuerpo herméticamente alrededor del circular objeto. En el balanceo que llevaba, se hacía uno con su instrumento, subiendo y bajando mientras la música sonaba.
Para cerrar la noche, siete de los circenses realizaron una coreografía de mano a mano, subiendo los unos a otros y formando figuras de más de un piso con sus flexibles cuerpos. En parejas, tríos o solitario, los cuerpos se doblaron de derecha a izquierda y de regreso sobre las tarimas que formaban el escenario.
Muy contentos, se asomaron por los huecos de los cubos ya utilizados en números previos para despedir al público. La familia Alebrije se unió en una escultura viva como posando para una foto de recuerdo de la noche en Guadalajara.
Como mencionado previamente, ésta fue la despedida de la trabajadora compañía antes de partir a la isla Caribeña a compartir su talento.
El circo contemporáneo está en una etapa de transición en México. Se encuentra en el momento de conflicto de llevar sus actos a escenarios con taquilla poco demandada, busca allegarse a artes escénicas más consolidadas como el teatro o la música. La metamorfosis -que ya ha tenido lugar en otros países como Canadá o España- que va de entretenimiento a arte escénica a los ojos de los consumidores es dura. Deben pasar por funciones lejos de estar llenas antes de poder abarrotar recintos, como seguramente lo harán en Cuba y otros países.
Sin embargo, es una lucha que alguien debe pelear, peleémosla juntos, apoyemos el arte local, el arte en evolución y constante lucha. Apoyemos el circo tapatío.